Esta imponente puerta de la desaparecida muralla bajomedieval fue construida por el maestro Pere Balaguer entre 1392 y 1398, inspirándose en la Puerta Real del Monasterio de Poblet. Se trata de una obra de cantería formada por dos grandes cubos pentagonales que flanquean la puerta propiamente dicha, en arco dovelado de medio punto. El nombre de Serranos le viene dado por su situación geográfica ya que, al estar situada en la parte norte de la ciudad, era por aquí por donde llegaban los viajeros procedentes de la zona de la Serranía, comúnmente denominados los serranos.
En las cercanías de la puerta se han encontrado restos de sillares del antiguo puerto fluvial romano. Frente a ella se encuentra el puente de homónimo nombre y cuyo origen se remonta a una pasarela romana, uniendo la ciudad con uno de los barrios más antiguos (situado alrededor de la calle Sagunto), por lo que por aquí transitaron el 95% de las personas que accedían a la urbe. Por ello las Torres de Serranos son consideradas el punto de acceso principal al interior de Valencia cuando aún permanecía amurallada.
El Consejo General encargó la construcción de una grandiosa puerta que fuera orgullo del poder económico y social que gozaba la ciudad. Fueron el símbolo del poder de Valencia, no solo por la grandiosidad de su arquitectura y por su elaborada ornamentación, pues iba mucho más allá de una arquitectura utilitaria de mero carácter defensivo, sino también porque esta puerta formaba parte del programa de renovación urbana que supuso la construcción de la nueva muralla cristiana en sustitución de la anterior musulmana. Como decimos, durante el siglo XV fue la puerta principal a la ciudad, situándose en ella un lugar de cobro de peaje para las mercancías que entraba y salían.
Con una altura de 33 metros, su planta la forman dos torres poligonales simétricas rematadas por almenas. Disponen de tres alturas con salas abovedados en cada una de ellas que se encuentran unidas por un cuerpo central formado por dos alturas y terraza. Todas las salas se cubren con bóvedas de crucería cuyos nervios apoyan en ménsulas decoradas con labor escultórica. Para dotarla de una mayor seguridad se realizó un foso defensivo en su base, construyéndose en su interior un alto talud de sillería que forma el basamento de las torres. La puerta de acceso se encuentra en el cuerpo central que une ambos torreones.
El trozo decorativo por encima de la portada fue destruido y tuvo que ser repuesto a finales del siglo XIX en las obras de restauración que se efectuaron. Bajo él se sitúan tres escudos: el del medio es del Reino de Valencia y los de los lados son escudos de la ciudad. Este conjunto de escudos son réplicas modernas del escultor José Aixa realizados en 1901, ya que los originales policromados de 1394 se perdieron.
El portal de entrada está formado por dos espacios: el primero dispone de dos ranuras en los laterales por donde se hacía bajar un rastrillo para impedir el acceso al enemigo, además de contar con una abertura en la parte superior por donde se introducía toda clase de objetos contundentes y líquidos hirvientes. El segundo espacio se cerraba por una puerta de madera reforzada con gruesos clavos que serían un nuevo obstáculo para el enemigo en el caso de haber superado el primero. Este espacio se cubre con una bóveda de crucería en cuya clave se encuentra el escudo de Valencia.
En su parte posterior las torres están desprotegidas contando con grandes aperturas rematadas en arcos, debido a tres motivos: el primero era por si en el caso de que las fueran tomadas por el enemigo que éstos no pudieran hacerse fuertes en su interior; el segundo motivo fue para que los militares que defendían la puerta no pudieran hacerlas servir contra la ciudad y la tercera y última razón era que servían de tribunas donde se situaban las familias principales de la ciudad para seguir las celebraciones populares o la entrada de personajes ilustres. Entre 1397 y 1398 se construyó la gran escalinata adosada a la fachada posterior que da acceso a la planta noble (primer piso), aunque la que vemos se levantaron entre 1914 y 1917.
Las Torres de Serranos albergarían ininterrumpidamente desde finales del siglo XVI hasta el siglo XIX una cárcel para nobles y caballeros. Para tal menester se cerraron las salas que dan hacia la ciudad, se dividió el interior y se realizaron otras obras de acondicionamiento, como enrejados que alteraron sustancialmente el conjunto, aunque, paradójicamente, sirvió para conservar el edificio cuando a partir de 1865 se comenzaron a derribar la muralla de la ciudad. El triste aspecto que ofrecía este monumento ocasionó que la gente protestara, hecho que hizo que la cárcel se murada al antiguo convento de San Agustín y, paralelamente, a la restauración de las Torres de Serranos.
Muy cerca se encuentra la plaça de Sant Llorenç, alrededor de la cual se disponen otros interesantes edificios como el palau de las Corts Valencianes o palacio de Benicarló o palacio de los Borgia. Esta mansión aristocrática de estilo gótico-renacentista fue construida en el siglo XV para ser la residencia de la familia Borja o Borgia. Se levantó como expresión de la preeminencia de la familia ante la nobleza local, coincidiendo el inicio de la construcción con la concesión del ducado, por lo que, sin duda, se persiguió ese carácter representativo principalmente observable a día de hoy en la fachada y las estancias de su planta noble.
El palacio fue propiedad de distintas e importantes familias a lo largo de su historia: primero perteneció a la familia Borja, después fue abandonado a mediados del siglo XVIII por los duques de Gandía, quedando en estado ruinoso. Posteriormente perteneció a la Casa de Benavente y, finalmente, a la Casa de Osuna hasta mediados del siglo XIX, momento en que se vendió al conde de Benicarló. A mediados del siglo XIX, la familia Pujals lo adquirió para establecer una fábrica de seda.
Durante la Guerra Civil Española fue sede del gobierno de la II República Española instalado y actualmente es la sede de las Cortes Valencianas. Es posible visitar su interior los lunes y viernes mediante cita previa. Frente a este palacio se levanta la iglesia de san Lorenzo y Convento de los Franciscanos, construida sobre una antigua mezquita musulmana. En 1276 aparece un primer templo, pero sin que sepamos sus características, ya que el edificio que vemos actualmente, de dominante configuración barroca, es la consecuencia de las obras llevadas a cabo entre 1682 y 1684, acabando así con su anterior estructura gótica. Entre 1743 y 1746 el arquitecto José Minguez construyó la torre campanario, de planta hexagonal, realizado en ladrillo y 43,74 metros de altura. El interior del templo está formado por una sólo nave rectangular cubierta con bóvedas de medio cañón, capillas laterales y coro alto. El Retablo Mayor fue realizado en estilo barroco hacia 1683 por Leonardo Julio Capuz según trazas de Tomás Vergara.
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