La plaza de la Reina nace en la segunda mitad del siglo XIX después que surgiera la necesidad de que Valencia contara con una plaza más grande. Así, en enero de 1878, día de la boda de los reyes Alfonso XII y María de las Mercedes, se comenzó a derribar el convento de Santa Tecla y los edificios colindantes situados en esta zona. Desde 1911 se barajó varios proyectos de remodelación, pero no fue hasta 1944 cuando se empezaron los siguientes derribos y en 1950 el Ayuntamiento sacara un concurso de ideas, que fue ganado por el valenciano Alberto Figuerola, comenzándose las obras en 1959.
Esta plaza constituye el kilómetro cero de las carreteras que gestiona la Generalitat Valenciana, además aquí vemos el imponente edificio de la Seu o Catedral de la Santísima Virgen María. Se trata de un edificio muy heterogéneo ya que, si bien sus obras se iniciaron en el año 1262, el grueso se realizó durante los siglos XIV y XV. La Catedral se levanta en el mismo solar donde un tiempo estaba la mezquita mayor de la ciudad musulmana, cuya puerta principal correspondería con la actual portada de los Apóstoles.
Como suelen ocurrir con las obras arquitectónicas de gran magnitud, la construcción de la Catedral se alargó a lo largo de los siglos por lo que presenta una mezcla de estilos artísticos. El gótico es el estilo predominante en el templo, aunque también vemos elementos del románico, barroco, neoclásico y renacentista. Así desde la plaza de la Reina ya nos llama la atención su portada barroca que constituye la entrada principal del templo, la más moderna de las tres con que cuenta el templo.
Esta es conocida como Porta dels Ferros o Puerta de los Hierros que sustituyó a una anterior del siglo XV que se supone debió ser sencilla y no acorde a la categoría de una catedral. Esta portada se construyó en el año 1703 por el arquitecto alemán Konrad Rudolph, quien ensayó por primera vez en España la intersección de superficies cóncavas y convexas. Rudolph había llegado a Valencia con el archiduque Carlos de Austria, pero después de la derrota de los austracistas en la Batalla de Almansa abandonó la ciudad y dejó paralizadas las obras en el año 1707, a la altura del primer cuerpo. Las obras se reanudarían en 1714 bajo la intervención de Domingo Laviesca y José Miner. En 1727, el escultor Francisco Vergara retoma las obras escultóricas de Rudolph.
La puerta de los Hierros presenta un aspecto general que se asemeja a un retablo cóncavo con una altura de 36 metros, resultando aparentemente de forma forzada no sólo por las condiciones estilísticas sino también por producir la ilusión óptica de mayor sensación de espacio porque la portada fue concebida para ser vista desde la desaparecida y estrecha calle de Zaragoza que la enfrentaba. Esa calle desapareció al ensancharse la plaza de la Reina, con lo que la puerta quedó en una esquina de la plaza.
La portada está precedida por una verja barroca de hierro, de donde toma el nombre, en cuyos arranques se encuentran dos leones de piedra que se apoyan sobre medallones en los que se refleja la cifra del nombre de María. Bajo el arco de la entrada, en el suelo, podemos ver dos lápidas, una de ellas perteneciente a Mariana Mont de Aguilar que falleció en el año 1621 y que legó su fortuna para construir esta portada, la cual se desarrolla en tres cuerpos superpuestos. En el primero, entre otras cosas, podemos ver las esculturas de santo Tomás de Villanueva y san Pedro Pascual, ambas obras de Konrad Rudolph. Mientras que el bajorrelieve que se encuentra debajo del arco es de Ignacio Vergara.
En el segundo cuerpo, más reducido, vemos cuatro columnas del mismo orden en cuyo centro se halla un rosetón oval con una vidriera de la Asunción de la Virgen. En los laterales encontramos dos esculturas, una de san Lorenzo y otra de san Vicente Mártir, ésta última también obra de Rudolpfh. En la parte superior se sitúan unos medallones con los bustos de los valencianos Calixto III y Alejandro VI, a cuyos pies vemos figuras alegóricas de la Justicia y la Caridad, por un lado, y de la Fortaleza y Esperanza por otro lado, realizadas por Francisco Vergara.
En el tercer y último cuerpo se representa en un altorrelieve la Asunción de la Virgen, realizado por Ignacio Vergara. En el ático se encuentra el símbolo del Espíritu Santo, a cuyos extremos se sitúan esculturas de san Luis Bertrán y san Vicente Ferrer, obras de Francisco Stolff.
A la izquierda de la portada de los Hierros se levanta imponente la torre del campanario conocida como El Miguelete o "El Micalet" que se comenzó a construir en 1381, según proyecto de Andrey Juliá, a quien sucesivamente le sustituyó Josep Franch y Pere Balaguer. Durante mucho tiempo fue llamado Campanario Nuevo o “Campanar Nou” para diferenciarlo del “Campanar Vell” (Campanario Viejo) que se encontraba en la calle de la Barchilla y del cual sólo quedan escasos restos visibles.
Su nombre fue transformándose poco a poco a Torre del Micalet, el cual proviene de la denominación de la gran campana de las horas, que por extensión ha servido para conocer al conjunto entero. Originariamente el torreón se encontraba independientemente del resto del templo hasta que fue unido a él tras la prolongación de la nave en el siglo XV. De tradición arquitectónica catalana, presenta una sobria decoración externa en los prismáticos contrafuertes de las aristas y las finas molduras que señalan los diferentes niveles de los pisos.
En 1425 la torre estaba terminada hasta la terraza, no prosperando el proyecto de aguja que había concebido Antoni Dalmau. La campana de las horas se encontraba colgada de una estructura de madera que estaba ubicada sobre pilares de piedra, similar a la existente en muchos campanarios de la antigua Corona de Aragón. La espadaña que vemos actualmente fue construida entre los años 1660 y 1736. Poseía una elegante cresta calada que le servía de corona, pero fue arrasada en el siglo XVIII. Fue sustituida por una barandilla de madera y posteriormente en el siglo XIX por una metálica. En 1983 se construyó una de piedra, diferente a la primitiva.
El primer cuerpo es macizo, dejando solamente el hueco helicoidal de la escalera, mientras que el segundo contiene un habitáculo abovedado correspondiente con la antigua “Presó” o Asilo de la Catedral con un solo ventanal exterior. El tercer cuerpo también posee un recinto abovedado (la “Casa del Campaner”), parecido al anterior pero más amplio y con dos ventanas. El siguiente piso es la sala de campanas abierta por ocho ventanales, de los que siete de ellos se encuentran ocupados por las campanas y uno por la escalera de caracol que a partir de aquí se hace más estrecha.
A la derecha de la portada y del Micalet podemos ver una fachada gótica que la une con la Sala Capitular. En ella vemos algunos pequeños ventanales y un ventanal con tracería en la parte superior, que fue reconstruido en el año 2014. Esta última y la fachada fueron realizadas por Pere Compte en el siglo XV. Esa ventana da al interior de la Capilla de san Sebastián, pero que desde ahí no es visible por estar oculta por el retablo de la capilla. La superficie oblicua, ya cercana a la Sala Capitular, posee una pequeña ventana correspondiente a la capilla de san Miguel Arcángel.
Llegamos ahora al edificio de la Capilla del Santo Cáliz, situada en el extremo derecho de la catedral y de la que hablaremos después. Atravesamos el arco sobre la calle de la Barchilla que enlaza la catedral con el Palacio Arzobispal. Algo más allá vemos la Puerta del Palau o de la Almoina, construida en estilo románico. Algunos autores la consideran de 1262-1270, obra de Arnau Vidal, pero por su estilo primitivo otros la remontan al 1240. El hecho de que esté encarada al este, mirando hacia la Meca, sugiere que allí mismo se encontraba el mihrab de la antigua mezquita. En los capiteles hay veinticuatro pasajes históricos de la Biblia, del Génesis y el Éxodo, dos pasajes sobre cada columna.
Seguimos nuestro recorrido por el exterior de la catedral y llegamos ahora a la plaza de la Almoina (limosna en valenciano), nombre dado porque aquí se levantaba un enorme edificio en el que se repartían las limosnas desde el año 1288. Adosada en la parte exterior del ábside tenemos una capilla, cerrada por una puerta metálica, donde según la tradición se realizó la primera misa en la Valencia conquistada. Junto a ella vemos un cuadro de cerámica representando a san Vicente Ferrer, realizado por Jaume de Scals Aracil en 1955. Al lado un paso elevadizo de estructura barroca y construido en 1660 une la Catedral con la Basílica de la Virgen de los Desamparados.
Desde esta plaza vemos con más detalle el impresionante cimborrio de estilo gótico florido construido entre los siglos XIV al XV. Mide aproximadamente 40 metros de alto, formado por un prisma octogonal de dos cuerpos superpuestos con ocho ventanales de tracería calada en cada cuerpo. La función de este elemento de la catedral es la de dotar de luz natural el interior. La particularidad del que vemos aquí reside en que deja pasar mucha luz debido al uso reducido del armazón de piedra, dándole un aspecto de ligereza constructiva difícil de lograr arquitectónicamente hablando.
La ausencia de contrafuertes y lo calado de sus muros, permiten considerarlo un prodigio tanto por su construcción, como por su permanencia. El cimborrio descansa cobre cuatro trompas cónicas, cerrándose con una bóveda de crucería compuesta por ocho nervios y plementería de ladrillo. En la actualidad las ventanas están cerradas con piedra traslúcida de alabastro, pero originariamente poseían vidrieras policromadas.
Seguimos caminando y tras atravesar el arco vemos la antigua capilla dels Tapiners, hoy dedicada a San Vicente Ferrer. Llegamos a la plaza de la Virgen, donde destaca una construcción conocida como Obra Nova o Tribuna de los Canónigos, realizada en el año 1566 en estilo renacentista según proyecto de Gaspar Gregori. Este conjunto de galerías situadas en la cabecera de la catedral fue realizado por el cantero Miguel Porcar.
Se trata de una tribuna semicircular de tres alturas, con arcadas abiertas al exterior, destinadas a la contemplación de canónigos e invitados de procesiones y actos públicos desde el mismo templo. Los vanos del piso bajo se apoyan sobre pilastras de orden jónico y se encuentran actualmente cegados. El segundo piso posee pilares de orden jónico, al igual que la tercera galería que se encuentra descubierta por la parte superior, al suprimirse la cubierta en el siglo XX.
Al lado se haya la Puerta de los Apóstoles (Porta dels Apòstols), llamada así por las esculturas de los doce apóstoles que figuran en la portada. Se construyó entre los siglos XIII y XIV en estilo gótico, quedando totalmente finalizada en el año 1354. Se desconoce el nombre del autor, pero es atribuida al italiano Nicolás de Ancona, ya que era el maestro de obras de la catedral en el momento de su construcción, aunque se desconoce su grado de participación en la realización de esta portada.
Sea como fuere, el creador de la portada era un gran desconocedor de la piedra del país, ya que utilizó una de tipo quebradizo que se degradó rápidamente y obligó a continuas reparaciones y restauraciones, incluso ya documentadas en el siglo XV. Debido a la mala calidad de piedra, las esculturas que vemos hoy en día son copias, conservándose las originales que se han salvado en el museo de la Catedral. Lo que sí son originales son los batientes u hojas de las puertas, los clavos y los herrajes, datados en el año 1438.
La portada se abre sobre un muro resaltado que le sirve de encuadramiento. Está formado por tres arcos ojivales decorados con catorce estatuillas de ángeles, dieciséis de santos y dieciocho profetas, todas ellas siguiendo la dirección de las curvaturas y con sus correspondientes doseletes. Dichas figuras se encontraban en su origen pintadas con colores, como se puede apreciar aún hoy en día en los restos que quedan en algunas de ellas.
Estos tres arcos se apoyan sobre seis doseles, tres a cada lado, que protegen las esculturas de seis de los apóstoles apoyados, a su vez, sobre pilares triangulares cuyas caras se decoran con cuadrifolios con esfinges de la Virgen y del Arcángel y varios escudos reales, de casa de familias nobles y gremiales. Los otros seis apóstoles se encuentran situados sobre idénticos pedestales, fuera del arco, mientras que pegados al muro, en la parte externa de la portada, vemos las estatuas en mal estado, por un lado de san Sixto y san Lorenzo y por otro de san Valerio y san Vicente Mártir, insertadas en nichos con doseles góticos.
En el tímpano vemos la imagen de santa María, titular de la Catedral, con el Niño en brazos. Sobre la portada un rosetón de 6,45 metros de diámetro contiene en su interior una estrella de seis puntas, la de David o Salomón, que se interpreta como símbolo de Jesús, el Mesías, descendiente de la casa de David. Este tragaluz tuvo que ser prácticamente reconstruido en el año 1960 porque había sido afectado por el mal de la piedra. Bajo el rosetón y a ambos lados del arco apuntado de la puerta, se encuentra una galería de diversas esculturas muy mal conservadas.
Esas esculturas se considera que pueden representar a diversos reyes y personajes del antiguo Israel: Abraham, Jacob, David, Salomón, Isaías, Miqueas, Simeón y San Juan Bautista; aunque no se sabe a ciencia cierta ni hay constancia documental sobre a quienes representan esos personajes. Estas figuras se encuentran enmarcadas en pequeños arcos apuntados de tracería gótica. Por otro lado, al pie de esta puerta se reúne cada jueves a las 12 de la mañana el Tribunal de las Aguas , reliquia secular de la administración de justicia correspondiente al derecho de aguas en la huerta de Valencia, aunque probablemente ya se reunía en este mismo lugar cuando aún existía la mezquita.
Hecha la ronda, nos disponemos a entrar al interior en estilo gótico de la Catedral. Vemos que está compuesta por tres naves con bóveda de crucería, con crucero y ábside con girola en la que se sitúan varias capillas radiales. La nave central es muy ancha y un poco más alta que las laterales, lo que le da un aspecto de horizontalidad. Las naves laterales cuentan con varias capillas que vamos a ir comentado en nuestra visita interior.
Si entramos por la Puerta de los Hierros y giramos a la derecha vemos la capilla de san Sebastián de estilo neoclásico, obra de Antonio Gilabert y Lorenzo Martínez. En el Altar central se sitúa una de las pinturas más importantes del templo realizada por Pedro de Orrente en el año 1616, en ella se aprecia el estilo tenebrista de Bassano y Caravaggio que aquél pintor siguió. Sobre el altar vemos un óleo sobre metal de la Virgen del Perpetuo Socorro realizado por Vicente Gay en 1941. A la izquierda se sitúa el sepulcro de Diego de Covarrubias, caballero de la Orden de Montesa muerto en 1607, mientras que a la derecha se sitúa el de su esposa, María Díaz.
A continuación entramos en el pasadizo que da acceso a la capilla del Santo Cáliz, realizado en 1494 por Pere Compte en estilo gótico florido. Este corto pasillo está formado por dos tramos abovedados, el primero de ellos se cubre con una bóveda de crucería a menor altura que el segundo, el cual es de planta rectangular con bóveda estrellada. En el muro de la parte alta se encuentra un óculo de tracería lobulada en piedra cuya vidriera fue realizada en 2014, anteriormente se encontraba cegada por una estructura de madera.
En el pasillo se encuentran dos pequeñas capillas góticas, una de ellas dedicada a san Miguel Arcángel y otra que contiene esculturas de los Apóstoles, procedentes de la Puerta de los Apóstoles, y ordenados en el sentido en que estarían situados en las hornacinas de la portada. Anteriormente estas capillas estaban bajo la titularidad de san pedro Mártir y del santo Bulto de Jesús. Enfrente de las capillas vemos una puerta en cuya parte superior se encuentran los atributos pontificales de san Pedro, es decir las llaves y la tiara. Aquí se hallan además varios sepulcros góticos de piedra, entre los que destacan el del deán Baltasar de Ballester datado hacia 1289 con una inscripción en la tapa, y el del canónigo Pedro de Orriols que falleció en 1404, con relieves de hombres llorando y la figura yacente del difunto sobre la tapa.
La capilla gótica de San Miguel es de comienzos del siglo XVI, su mayor particularidad son las ménsulas que representan a animales monstruosos luchando entre sí. Aquí se encuentra la ventana que exteriormente hemos visto haciendo esquina. Por otro lado, el retablo de san Miguel atribuido al "Maestro de Cabanes" es considerado ahora una obra temprana de Vicente Macip, pintado a la manera del "Maestro de Artes" y con influencia de Pablo de San Leocadio. Aunque las pinturas muestran el tránsito al Renacimiento, posee la estructura clásica de los retablos de los siglos XIV y XV.
Al final del pasillo vemos la portada gótica de acceso a la capilla del Santo Cáliz, obra de Pere Balaguer de 1424. Está formada por arquivoltas apuntadas y molduras, gablete con frondas, florón en la parte superior y pináculos en los flancos. En la parte superior se encuentra un gran rosetón cegado que contiene una imagen de la Virgen que sostiene en brazos al Niño Jesús, el cual a su vez sujeta una paloma por las alas. Los historiadores y estudiosos consideran que ese rosetón pudo haber pertenecido a la antigua portada que se situaba a los pies de la Catedral y que debió existir hasta aproximadamente el 1460. Cuando se construyó el nuevo tramo, la portada fue desmontada y ese rosetón se colocó aquí. Las hojas de la puerta, de madera y hierro, es obra de Lluis Amorós realizadas hacia 1481.
Llegamos ya a la capilla del Santo Cáliz, antigua Sala Capitular donde se celebraban las reuniones del Capítulo de la Catedral, y que actualmente acoge la sagrada reliquia. Originariamente era un edificio independiente que sería unido al resto del templo en el siglo XV, siendo el lugar donde se enterraban los prelados y canónigos. También fue una capilla que acogía la imagen del Cristo de la Buena Muerte, pero en 1916 se decidió trasladar el Santo Cáliz desde la Sala de Reliquias a esta zona. Posee una hermosa bóveda de estrella en la que podemos ver medallones de los 12 apóstoles y la coronación de la Virgen. El retablo gótico fue realizado en alabastro entre 1441 y 1446, siendo originariamente el trascoro de la Catedral que fue colocado aquí en 1777.
Así pues, este retablo se trataba de la puerta central del trascoro, realizado por Antoni Dalmau entre 1418 y 1424. En la zona media del retablo vemos doce relieves realizados por el florentino Julià lo Florenti, siendo las primeras obras del renacimiento en España. Las escenas inferiores corresponden con el Antiguo Testamento, mientras que las superiores lo son del Nuevo Testamento. Seis de esos relieves fueron tallados personalmente por Julià, mientras que los otros seis restantes lo realizaron otros colaboradores de este artista.
Flanqueando los relieves se encuentran 16 pequeñas esculturas distribuidas en dos niveles y que representan, comenzando en el nivel superior y de izquierda a derecha a: San Lorenzo, San Sixto II papa, Santiago el Menor, San Simón, San Mateo, San Pablo, San Valero y San Vicente Mártir. En el nivel inferior y de izquierda a derecha: Santo Tomás, San Felipe, Santiago el Mayor, San Pedro, San Andrés, San Juan, San Bartolomé y San Judas Tadeo.
Pero de entre todos sus objetos resalta la reliquia del Santo Cáliz, un vaso del siglo I d. de C. que, según la tradición, fue utilizada por Jesús para instituir la Eucaristía. Fue entregado por el rey Alfonso el Magnánimo en pago de las deudas contraídas con el Cabildo catedralicio. Esta famosa reliquia está formada por un vaso o copa de piedra, de ágata oriental o calcedonia veteada, el pie está constituido por una naveta en posición invertida también de calcedonia, muy traslucida y ribeteada en oro. Ambas piezas se encuentran unidas por un vástago prismático de oro con dos asas. Su diámetro es aproximadamente de diez centímetros y su altura de siete. La superficie exterior e interior es lisa. La base es pequeña, de forma circular.
Desde aquí una pequeña puerta da acceso al museo Catedralicio-Diocesano, creado en el año 1966 por el arzobispo de Valencia Marcelino Olaechea. Anteriormente había existido el "Museo de Antigüedades" fundado por el arzobispo Andrés Mayoral en 1761 e instalado en las dependencias del Palacio Arzobispal, el cual desapareció en el año 1808 durante la invasión francesa. Aquí podemos ver, repartidos en 5 salas, una interesante colección de lienzos de grandes maestros de la escuela valenciana, un relieve en madera policromada del siglo XV, un busto relicario de San Pedro en plata, etc...
Volvemos sobre nuestros pasos y nos dirigimos a la nave lateral izquierda donde en primer lugar se encuentra la capilla de san Pedro Apóstol. Fue construida entre 1466 y 1486 por Francesc Baldomar y Pere Compte por orden del arzobispo Rodrigo de Borja, más tarde papa Alejandro VI. Entre 1696 y 1703 fue remodelado en estilo barroco por Juan Bautista Pérez. En los muros laterales podemos ver 6 frescos de Antonio Palomino realizado en 1703, en los que se representan escenas alusivas a la vida de san Pedro. Estas pinturas fueron muy dañadas durante un incendio provocado en la Guerra Civil en 1936, siendo posteriormente restaurados entre los años 2011 y 2013, quedando las partes que han sido imposibles de recuperar en un color neutro.
Los lienzos que hacen la función de retablo fueron pintados por Nicolás Falcó en el siglo XVI, entonces formaban parte de las puertas que protegían el órgano renacentista del templo. Cada uno de los seis cuadros reflejan los momentos principales de la vida de la Virgen María en relación con los misterios salvadores de Jesucristo que se celebran en el año litúrgico. Desde la guerra la capilla permaneció cerrada y fue abierta con motivo de la visita del papa Benedicto XVI a Valencia en junio de 2006. Actualmente hace las funciones de Sala Capitular. La reja es la original del siglo XV, el resto desapareció a finales del siglo XVIII durante la reforma neoclásica.
La siguiente es la capilla de san Francisco de Borja realizada en el siglo XVIII en estilo neoclásico por Antonio Gilabert y Lorenzo Martínez. En el altar central vemos un óleo en el que se representa a san Francisco de Borja ante el cadáver de la emperatriz Isabel, obra de Mariano Salvador del año 1787. La capilla contiene dos pinturas de Francisco de Goya, en el lado izquierda vemos una en la que se representa a san Francisco de Borja despidiéndose de sus familiares en su palacio de Gandía antes de ingresar en la Compañía de Jesús.
En el lado derecho se sitúa el lienzo en el que Goya representó a san Francisco de Borja asistiendo a un moribundo impenitente. Ambos cuadros fueron pintados en el año 1790 por encargo de la duquesa de Benavente, esposa a su vez del duque de Osuna heredero del ducado de Gandía del que fue titular San Francisco de Borja. Francisco de Goya por esas fechas estaba en la ciudad por la recomendación que el médico le dio a su esposa, Josefa Bayeu, a quien se le aconsejó un clima más cálido y cercano al mar para las dolencias respiratorias que sufría.
La siguiente capilla es la de san José, realizada en el siglo XVIII en estilo neoclásico por Antonio Gilabert y Lorenzo Martínez y en cuyo altar central se encuentra la imagen de madera policromada de san José realizada en el siglo XX. En los laterales vemos imágenes del Arcángel San Miguel y San Pedro Pascual, ambas del siglo XVIII. En el centro se encuentra la Custodia realizada entre 1942 y 1955 por el orfebre Francisco Pajarón. La Catedral ha tenido anteriormente otras custodias: una de 1442 de plata dorada que fe fundida en 1812 para financiar la resistencia contra Napoleón y otra de estilo barroco destruida durante la guerra en 1936.
La siguiente es la capilla de santo Tomás de Villanueva realizada en el siglo XVIII en estilo neoclásico también por A. Gilabert y L. Martínez. En el altar central vemos un lienzo bocaporte realizado en 1791 por José Vergara y en el que se representa a santo Tomás de Villanueva protegiendo con sus manos a dos canónigos de la ciudad. Detrás de él se encuentra el busto relicario con el cráneo del santo y una urna de madera plateada con sus huesos. Ambas piezas están realizadas por José Esteve Bonet en 1781.
En el lado derecha de la capilla se sitúa un altar en cuya parte central vemos un óleo realizado por Rafael Montesinos en el siglo XIX, en el que se representa a san Juan de Ribera. En el lado derecho, sobre el altar, otra pintura anónima del siglo XVIII en la que vemos la aparición de la Virgen a san Felipe Neri. En el suelo se encuentra la lápida sepulcral en mármol de la primera tumba de santo Tomás de Villanueva, donada a la catedral por Jacobo y Mauro Cardells.
Entramos a la zona del brazo del crucero que corresponde con la salida de la Puerta del Palau. En ambas paredes se encuentran dos capillas, caracterizadas por su poca profundidad y por haber sido abiertas en la reforma neoclásica del siglo XVIII. Las cuatro capillas de esta parte de la catedral son: la de Santo Domingo de Guzman, la de la Beata Josefa Naval Girbé, la de san Pascula Bailón y la de san Agustín. Nos detenemos ahora en la Capilla Mayor, cuyos colores y formas del retablo renacentista contrasta con la lujosa ornamentación barroca realizada entre los años 1674 y 1682 por Juan Bautista.
Posee una bóveda gótica de planta poligonal donde surgen 5 ventanales apuntados, cuyas vidrieras son de finales del siglo XIX. La bóveda posee unas pinturas realizadas entre 1472 y 1483 por los italianos Francesco Pagano y Paolo de San Leocadio, descubiertas en el 2004 al retirarse las placas de la falsa bóveda que formaba una cámara de aire de 80 centímetros de ancho. Estos frescos sustituyeron a la decoración pictórica mural que se quemó y que habían sido realizadas en 1432 por el pintor Miguel Alcañiz. Después de dejar estas pinturas al descubierto nos encontramos actualmente una Capilla Mayor de estilo gótico encapsulada por una decoración barroca y unas bóvedas renacentistas.
Por otro lado, las paredes se encuentran adornadas con lunetos, diferentes imágenes, pilastras, jaspes, guirnaldas, pechinas, cartelas, etc... La profusa decoración recuerda, en algunos casos, al estilo rococó. El Retablo Mayor posee puertas en cuyo interior se cobija la imagen de la Virgen realizada en el siglo XVIII por Ignacio Vergara. El retablo es una obra maestra del siglo XVI, guardaba una Custodia renacentista de plata, fundida para sufragar los gastos contra Napoleón Bonaparte, como ya se ha comentado. Las pinturas que vemos actualmente fueron realizadas por Fernando de Los Llanos y Fernando Yáñez de la Almedina, que imitan el estilo de Leonardo de Vinci y de otros autores del renacimiento italiano.
La sillería del coro y la cátedra del arzobispo y los órganos se encontraban hasta el año 1943 en la nave central de la Catedral. El Altar Mayor estaba en el fondo del ábside hasta su traslado en aquel mismo año al centro del crucero, donde lo vemos hoy. El coro de madera de nogal posee una sillería en estilo herreriano (originalmente contaba con 155 en dos alturas) realizada entre 1594 y 1604 por Domingo Fernández. Por último destacar la lámpara de cristal de Murano que fue traída hasta aquí desde Roma por el Arzobispo Rocaberti en el siglo XVII y que, en un primer momento, estaba destinada para colgar de la Basílica de san Pedro del Vaticano.
Continuamos por la girola, donde se abren ocho capillas que son: la de la Virgen del Rosario, la de la Virgen del Puig, la de san Rafael Arcángel, la del Cristo de la Buena Muerte, la del san Jaime Apóstol, la de la Virgen del Pilar, la de san Jacinto María Castañeda y la de san Dionisio y santa Margarita. En el trasaltar y entre los tubos de los órganos, se encuentra la capilla de la Resurrección (llamada popularmente La Coveta) datada en torno al año 1510. Constituye una de las primeras y mejores muestras del “estilo romano” o renacentista en España. En su parte superior vemos el óleo de un Cristo Salvador realizado por Vicente Macip hacia el 1525 y por encima, otro de la última cena realizado por la escuela de Ribalta en 1606.
Llegamos así al otro brazo oeste del crucero correspondiente con la Puerta de los Apóstoles donde destacamos, a nuestra izquierda el púlpito gótico de San Vicente Ferrer del siglo XIV. Se le llama así porque se cree que en él debió hablar el santo al pueblo en alguna de las ocasiones en que éste predicó en esta catedral, además de enseñar teología en la actual Capilla del Santo Cáliz, entonces era el aula capitular. En el transepto vemos otras cuatro capillas neoclásicas del siglo XVIII, que son: Beato Gaspar de Bono, Santa Catalina de Alejandría, san Francisco de Asís y san Antonio de Padua.
Accedemos a la nave lateral del evangelio, donde encontramos en primer lugar la capilla de la Inmaculada Concepción, realizada en estilo neoclásico en el siglo XVIII. La preside la imagen de la Inmaculada Concepción, hecha en madera policromada en el siglo XX y que vino a sustituir a una anterior de 1781 que fue destruida en la Guerra Civil. Sobre el altar se encuentra un estuco de san pascual Bailón, obra realizada en la segunda mitad del siglo XVIII por J. Esteve Bonet. El estuco se encuentra precedido por dos figuras alegóricas de la Castidad de la Virgen y su victoria sobre Satanás. A la izquierda vemos la pintura de san Luis Beltrán, copia de la original de Zariñena del siglo XVII que se conserva en el Museo del Patriarca, mientras que a la derecha se encuentra el óleo que representa a la Beata Josefa María de Santa Inés de Beniganim.
La siguiente es la capilla de san Vicente Ferrer, obra neoclásica finalizada hacia 1781. Exteriormente es la única que todavía conserva los muros de la anterior estructura gótica, con una gran ventana apuntada en su testero. En el altar se sitúa el óleo que representa la Aparición de la Virgen con el Niño Jesús a San Vicente Ferrer, realizado por Vicente Inglés. En un extremo se encuentra la imagen procesional del santo, hecho en madera plateada por Francisco Eva en 1606. En los muros laterales dos óleos de Vicente Inglés, en el derecho se plasma la resurrección de una difunta por san Vicente y en la izquierda este santo convierte a unos judíos de Salamanca.
A continuación, sigue la capilla de san Luis Obispo, en cuyo altar central se conservan las reliquias de este santo en una urna y en un busto de plata sobredorada en el interior de una vitrina de cristal. Flaquean las reliquias dos pequeñas esculturas que representan a los padres del santo, los reyes de Nápoles. En el lado derecho se encuentra un óleo de la Virgen de Guadalupe realizado por José de Ibarra, copia del original de 1747. A la izquierda otro cuadro de san Antonio Abad, obra de 1795, y sobre él un lienzo que representa la Huida de la Sagrada Familia a Egipto, ambas de Vicente López.
Le sigue la capilla de san Vicente Mártir, también realizado en el siglo XVIII en estilo clásico por los arquitectos Antonio Gilabert y Lorenzo Martínez, como el resto de capilla de las naves laterales. En ella vemos la escultura del santo que es una copia de la original de 1798 desaparecida en la guerra en 1936. En el frontón vemos dos alegorías en estuco: la Fe y la Fortaleza, realizadas por José Esteve. En el lado derecho vemos la escultura de la Virgen del LLuch y los santos patronos de Alzira, Bernardo, María y Gracia. En el izquierdo la talla del siglo XVI de Jesús en la Pasión (Ecce Homo).
En este lugar, concretamente en el espacio llamado Arcada Nova, encontramos la puerta de acceso al Miguelete, haciendo esquina. Este lugar se comenzó a construir en enero de 1460 bajo el mando de Francesc Baldomar y terminadas en 1480 ya con Pere Compte. Se realizó para unir definitivamente los pies de la Catedral con la torre del Miguelete y la Sala Capitular. Antes de construirse esta extensión se sabe que aquí se encontraba la puerta de entrada para acceder por los pies del templo y que fue desmontada en 1468 para construir precisamente este espacio que vemos hoy.
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