Esta plaza perteneció al distrito del Mercado, en tiempos pasados era conocida como plaça de les Herbes o de las Yerbas por el ser el lugar donde se vendían verduras y hortalizas. Actualmente este lugar, muy concurrido, se llama desde el 5 de octubre de 1917, plaza Lope de Vega. Como curiosidad señalar que aquí se encuentra el edificio más estrecho de Europa con 1,05 metros de anchura de fachada (el segundo más estrecho, con 1,20 metros, se encuentra en Países Bajos).
Pero el edificio más importante de la plaza es, sin duda, la iglesia de santa Catalina, la cual se encuentra encerrada en el entramado de la antigua ciudad, siendo únicamente visible la fachada que recae a esta plaza, además de su torre-campanario. Sus orígenes se remontan a la propia conquista de la ciudad por Jaime I en 1238, ya que aparte que se construyó sobre una antigua mezquita, formaba parte de las diez parroquias fundacionales de Valencia. El rey trató de estructurar el espacio urbano distribuyéndolo en parroquias concediéndoles a cada una de ellas una demarcación o territorio.
Se dice que recibe el nombre de Santa Catalina Mártir por expreso deseo del rey en honor a la infanta Catalina de la casa real de Aragón, aunque no se sabe determinar de qué infanta se trata. La primera fábrica gótica de la iglesia data de 1300, no obstante, el cuerpo principal se construiría a lo largo del siglo XIV. En marzo de 1584 el templo sufre un incendio siendo remodelado y recubriéndose los muros con motivos decorativos renacentistas.
Entre los años 1740 y 1785 el arquitecto Felipe Rubio fue el encargado de reformar en estilo barroco casi la totalidad del templo. Las obras consistieron, entre otras, en revestir el interior de la iglesia, cegar el rosetón y los óculos, cambiar la cubierta, desmontar el campanario situado en el lado sur y construir las portadas de la calle Tapineria y de la plaza Lope de Vega. En ésta última podemos ver las huellas del tiempo: durante esas obras las tres capillas sepulcrales o arcosolios del imafronte del siglo XV, en aquellos momentos abiertos hacia el interior del templo, se tapiaron utilizando para tal menester diferentes piezas góticas, como los fragmentos de una escultura que representa a un obispo.
Esta curiosidad se descubrió durante las obras de restauración a mediados del siglo XX, ya que el edificio sufrió importantes daños por las bombas lanzadas durante la Guerra Civil. Durante la contienda se destruyó el presbítero y se dañó la decoración barroca. Así pues, en 1951 comenzarían las obras de restauración consistentes en eliminar la decoración interior barroca, consolidar la estructura (estaba tan dañada que se pensó en demoler la iglesia), sanear las bóvedas, pavimentar la superficie interna, etc..., es decir que se aprovechó para devolverle su antigua traza gótica.
Pero lo más destacado del exterior del edificio es su torre-campanario barroca, todo un símbolo, junto con el Miguelete, de la ciudad de Valencia. La antigua torre estaba situada a los pies de la iglesia, en la plaza Lope de Vega, donde según la tradición, las mujeres se emparedaban voluntariamente en pequeñísimas celdas para vivir de la limosna de los fieles, práctica que fue abolida en el año 1566 por el arzobispo Martín de Ayala. Fue trasladada como decimos hasta su ubicación actual, cerca de la cabecera del templo. Se comenzó a construir en el año 1688 y se finalizó en el 1795. Su construcción la empezó el arquitecto Valero Viñes, pero a su muerte en 1693 lo sustituyó su hermano Juan Bautista.
Este último fue un gran difusor de las formas barrocas ya que fue discípulo de Juan Bautista Pérez, quien le inculcó dicha estética. Su principal obra es la torre que nos ocupa, está considerada como una de las torres barrocas más originales de la arquitectura de España. Cuenta con una planta hexagonal, con cuatro pisos más el cuerpo de campanas y un templete repartidos en 56,12 metros de altura. Estos pisos son perceptibles desde el exterior gracias a las molduras horizontales que circundan la torre. Cada tramo contiene ventanas abocinadas con una rica decoración barroca, pero es en el cuerpo de la campana donde se localiza la mayor riqueza decorativa, usando columnas salomónicas encintadas.
Nos disponemos a entrar al interior de la iglesia y vemos que se trata de un templo de tres naves con contrafuertes laterales entre los que se ubican las capillas laterales. Su característica es muy singular debido a la mezcla de influencias en el estilo gótico, como las del Languedoc francés y las grandes iglesias meridionales francesas. Si miramos hacia arriba vemos que la iglesia se cubre con bóvedas de crucería entre arcos fajones. La iluminación se consigue gracias al conjunto de ventanales abiertos tanto en los muros laterales como en el ábside y pies del edificio.
A diferencia del resto de iglesias góticas primitivas valencianas, este templo se caracteriza por rodear con una girola la Capilla Mayor, de hecho es, junto con la Catedral, la única iglesia de la ciudad que posee una girola de cabecera. Ésta se abre al presbítero a través de cinco arcos apuntados, cubiertos por bóvedas de crucería pentapartidas. El ábside de forma poligonal, se encuentra iluminado por cinco alargadas ventanas decoradas con vidrieras.
Dispone de seis capillas laterales en el lado de la epístola, dos capillas en la nave del evangelio y siete capillas en la girola incluyendo la capilla de la Adoración o de la Comunión, que es la mayor de todas y la Capilla de San José, que se encuentra en el límite entre la nave de la epístola y el presbiterio y que es la más pequeña de todas. Vamos a enumerar las capillas con las que cuenta actualmente el templo.
Comenzando por la nave de la epístola y desde los pies de la nave son: la de san Antonio de Padua, la de santa Teresa Jornet, la de la Inmaculada Concepción, la de Nuestra Señora de Fátima, la del Cristo de la Resignación y de la Salud, la de la Anunciación y la de san José. De ellas destaca la capilla de la Anunciación compuesta por una hornacina neogótica que contiene un grupo escultórico del siglo XVI. Las imágenes se encontraron en una de las criptas durante las obras de reforma del 1960, desconociéndose en qué lugar exacto de la iglesia se encontraban en origen.
Las capillas que se abren en la girola son: la de la Virgen de la Vocación, la del beato Manuel Domingo, la del Sagrado Corazón de Jesús, la del Santísimo Sacramento, la de la Virgen del Lleó (Lledo) y la de la Virgen del Pilar. De todas, la historia más curiosa es la de la Virgen del Lledó: se trata de una imagen relicario que se representa por un labrador y por bueyes. Ello es debido a que, en 1366, Perot de Granyana se encontraba arando al pie de un almez (lledoner en valenciano) cuando de repente los bueyes se detuvieron. Al forcejear saltó la raíz de un árbol y apareció la pequeña imagen de la Virgen María que el labrador recogió. Es por eso que se le conoce como Virgen de Lledó.
Por último, en la nave del evangelio se encuentran las siguientes capillas: la de Santa Catalina Mártir, la de la Virgen de la Cueva Santa, y una imagen del santísimo Cristo de la Paz. Cuando nosotros estuvimos visitando la iglesia, se encontraba en la nave central la copia exacta en España de la Sábana Santa de Turín y otra del Santo Sudario de Oviedo (se tiene previsto trasladarlos al museo de la basílica de la Mare de Déu). La sábana mide 4,42 metros de alto por 1,13 de ancho, es pues una oportunidad para verla de cerca, ya que la original apenas se muestra cada 15 años y sólo a unos pocos privilegiados.
Muy cerquita, a través de una calle abovedada llegamos a la plaza Redonda, la cual se encontraba en el centro geométrico de Valencia en el momento de ser construida, pero con el desarrollo de la ciudad ha quedado desplazada. A lo largo de los años ha tenido diferentes nombres como el Clot (Agujero), Nueva, Circular, de la Regencia, del Cid, adoptando finalmente su sombre actual. Fue diseñada por Salvador Escrig en 1837 sobre un espacio urbano vinculado a la venta de pescado y carne, de hecho, una de las calles de acceso se llama "de la Pescadería".
En total la plaza cuenta con cuatro entradas, sobre las que se levantan viviendas de aspecto muy homogéneo, para evitar las aglomeraciones y facilitar así la distribución de la gente. Además, este espacio circular se encuentra rodeado de un total de 34 edificios de distintas características, formas y tamaños, por lo que a vista de pájaro parece un cráter entre el aglomerado de edificios. El diámetro de la plaza es de 37 metros formando un círculo perfecto a pesar de que fue construyéndose a pedazos.
En su origen no tenía ningún elemento en su interior, pero en el año 1850 se colocó en el centro una fuente de taza redonda de cuyo centro un pilar la abastece de agua mediante cuatro caras de bronce, una a cada lado. En 1916 se añadirían los puestos de madera y una cubierta para alojar al comercio minorista. En un primer momento estos puestos eran móviles, puesto que su colocación tenía un carácter temporal, pero con el transcurso de los años se hicieron fijos.
Entre 2008 y 2012 la plaza fue objeto de rehabilitación, así se saneó la fachada interior devolviéndole su color original, se sustituyó el anillo comercial por unos puestos más modernos, pero en la misma línea de los ya existentes y se colocó una nueva cubierta de menor altura que la anterior. Alrededor de la fuente se ha colocado un círculo metálico donde se han escrito los diferentes nombres que la plaza ha tenido, además de un fragmento de la obra "Arroz y Tartana" de Vicente Blasco, donde se la menciona cuando se llamaba El Clot.
A un tiro de piedra está la famosa horchatería Santa Catalina, una de las más antiguas de Valencia, con dos siglos de tradición. Su interior mantiene el aire del siglo XIX, decorado con cerámica de Manises. En la entrada se encuentra colocada una plaza conmemorativa y la mesa donde, según el establecimiento, se sentaba la Infanta Isabel en sus diferentes visitas al local, siendo la primera en agosto de 1907.
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